Cuidados intensivos para los viñedos alaveses

El primer vino de diseño de la empresa AidTec Solutions madura ya en barrica
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Durante siglos, el boca a boca, el ensayo y error y la sabiduría transmitida de generación en generación han ido afinando los vinos de Rioja Alavesa hasta lograr producir los excelentes caldos que hoy día comparten estante con los mejores del mundo en los mercados más exclusivos.

 

Innovación ‘made in Álava’

Sobre la base de todo ese knowhow basado en la experiencia y la intuición, la start up alavesa AidTec Solutions ha creado un dispositivo llamado a revolucionar el mercado del vino, pues con la tecnología que ha desarrollado este grupo de emprendedores podremos pasar de aplicar todo ese conocimiento para tratar de producir el mejor vino posible a decidir qué vino queremos exactamente y convertirlo en un producto real.

 

Se trata de un sensor alimentado con energía fotovoltaica que, mediante una pica enterrada junto a los viñedos es capaz de medir valores como el nitrógeno, fósforo, potasio de la tierra, su humedad y temperatura, salinidad, conductividad y materia orgánica. El dispositivo monitoriza además la luz que incide en la planta en cualquier punto de la misma, la humedad del ambiente o los gases que expulsa. Toda esa información se actualiza cada veinte minutos, como si la planta estuviera en UCI, y ofrece un banco de datos que, además de permitir adelantarse a los problemas que le pueden surgir al viñedo, optimizar los procesos y ahorrar dinero, en definitiva, brinda una oportunidad inédita, diseñar vinos. Luego contaremos cómo, pero vamos a empezar por el principio.

 

Cómo nace la idea

Iñigo Echevarría, Izaskun Orive y Dani Teso fundaron AidTec Solutions a partir de una idea que surgió en los viñedos de Labastida del padre de Izaskun, una ingeniera industrial que no quería dejar de lado la tradición vitivinícola de su familia. Iñigo e Izaskun empezaron a pensar cómo mejorar los procesos. Cogieron libreta y boli y se dedicaron a perseguir al padre de Izaskun por la finca escuchando y apuntando sus necesidades, sus problemas y las soluciones que aplicaba en cada caso.

 

 

El prototipo 1

Entretanto, a través de un alumno en prácticas, Dani, doctor en Robótica Industrial y Automatización, contactó con Iñigo, y todos juntos se pusieron a desarrollar el proyecto “sin ninguna pretensión más que de cacharrear, de ver si esto tenía posibilidades”, explica Iñigo. Y así llegó el primer prototipo, “de andar por casa”, que plantaron en un enorme tiesto. El aparato funcionaba, así que dieron el salto, fundaron la start up y empezaron a trabajar para tratar de llegar con su sensor al mercado.

 

El prototipo 2

Llegó el prototipo 2, este ya ubicado en el campo. “Lo empezamos a testear con los agricultores y nos decían a ver si podíamos medir esto, si podíamos medir lo otro…”, se pusieron a investigar el estado del arte (el conocimiento acumulado) y trasladaron todo lo aprendido al sensor.

 

 

El prototipo 3

El siguiente paso era construir el prototipo 3, un aparato que en la actualidad utilizan cuatro agricultores, en Labastida y Samaniego, y que está plenamente a su servicio y a sus órdenes. “Nosotros veíamos que en el mercado había una solución parecida, pero no cubría todas las necesidades del agricultor y, es más, cada vez que íbamos a alguna entrevista con una bodega o agricultor siempre a alguien se le ocurría algo nuevo con lo que experimentar. Ahí es cuando tomamos la decisión de traernos esta tecnología y si alguien nos plantea un reto que no sea un no, sino vamos a verlo, porque podemos intentar sacarlo adelante”, dice Dani. “Es el agricultor el que a través de su especificación técnica ha diseñado y desarrollado esto; nosotros hemos puesto la tecnificación, pero son ellos los que nos han pedido lo que quieren; está creado desde desde la tradición”, añade Iñigo.

 

 

“Cada vez que íbamos a alguna entrevista con una bodega o agricultor siempre a alguien se le ocurría algo nuevo con lo que experimentar”

“Si alguien nos plantea un reto que no sea un no, sino vamos a verlo

 

Electrónica ‘made in Álava’

Bajo esa premisa se diseña la electrónica del sensor -“made in Álava”, subraya Dani-, que transforma en datos el conocimiento intergeneracional, datos recogidos cada veinte minutos, que se van acumulando y permiten tomar decisiones cada vez con mas eficiencia y precisión. Así, se van gestando modelos de prescripción -riega ahora, aplica este tratamiento solo en esta zona de la finca, poda en un par de semanas-, y predicción, advirtiendo por ejemplo de que el mildiu puede estar a punto de llegar antes de que amarilleen las hojas de la vid y sea demasiado tarde. “Si la hoja se empieza a pudrir empieza a generar CO2, una materia orgánica volátil, esos picos llegan al algoritmo de predicción y detecta un foco de infección porque la planta respira diferente”, señala Dani.

 

“Si la hoja se empieza a pudrir genera CO2, y el algoritmo de predicción detecta el foco de infección porque la planta respira diferente”

 

Todas estas ventajas son especialmente útiles para explotaciones familiares, de entre 10 y 20 hectáreas “donde realmente se ve el ahorro que suponen estos procesos”, explica Iñigo, y para las ecológicas, porque los tratamientos que se aplican a las plantas son muy localizados, totalmente quirúrgicos.

 

Cuantos más datos, mejor

De momento AidTec trabaja con datos que les facilita la Casa del Vino de muestras de tierra obtenidas a la antigua usanza, pero según se vayan acumulando las añadas, la cantidad de datos reales recogidos crecerá de forma exponencial y de la misma forma se afinarán las descripciones y las predicciones. “Es un poco como en el deporte, ahora a los futbolistas se les monitoriza para ver si los entrenamientos son efectivos, y antes no había eso. Nosotros ahora tenemos vídeos viejos”, señala Iñigo.

 

 

Kube, un proyecto estrella nacido en un cumpleaños

La meta de AidTec es realizar este mencionado seguimiento intenso de la planta para optimizar procesos, pero además la empresa alavesa cuenta con un proyecto estrella, ese vino, diseñado con inteligencia artificial, del que hablábamos antes.

 

Todo empezó en un cumpleaños. Iñigo es amigo de Aitor Moreno -una de las mayores autoridades en computación cuántica de Euskadi-, quien había desarrollado unos purés cuya receta se optimizó mediante IA. “Le dijeron qué es lo que querían, qué restricciones tenían y cómo tenía que ser el resultado final. La inteligencia artificial hizo un montón de simulaciones y calculó el mejor escenario, o sea, la mejor receta, para que salga un puré con estas condiciones”, explica Iñigo. Un cocinero real replicó esa receta en un concurso del Basque Culinay Center y ganó.

 

Con el vino se ha hecho lo mismo. Se seleccionaron varios vinos comerciales, se hizo una cata con gente no experta y que escogió una peculiaridad de cada caldo. “Sacamos un patrón de un vino que combinaba diferentes marcas, colores y sabores; una composición molecular a partir de la que intentaremos acercarnos a ese sabor elegido. No gustará a todo el mundo ni tampoco es lo que queremos, pero es lo que esas personas han decidido que sea”, explica Iñigo.

 

“Sacamos un patrón de un vino que combinaba diferentes marcas, colores y sabores; una composición molecular a partir de la que intentaremos acercarnos a ese sabor elegido”

 

En noviembre, cuando haya desarrollado ya sus aromas terciarios, un proceso también monitorizado, se llenarán 6.000 botellas y en un mes Kube, que así se llama el vino, saldrá al mercado. “Son muy exclusivas, numeradas, y lo bonito de esta botella es que todo ese gemelo digital de lo que ha pasado en el viñedo hasta que ha sido vinificado y hasta que ha entrado en la botella lo vamos a contar”, concluye Iñigo.

 

FOTOGRAFÍA: Txus Díez

 

 

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Txus Díez

6 de abril de 2025

Fundador de ZUK. Periodista y fotógrafo comprometido con el territorio.