¿Cuántas veces hemos atravesado el desfiladero de Pancorbo, de camino a Madrid o a Andalucía, y nos hemos quedado con las ganas de parar a ver qué hay ahí debajo? Desde la autovía, el lugar promete, con sus elevados riscos y su profunda garganta, tallada por el río Oroncillo, pero a no ser que nos guste la escalada -si tienes gatos y arnés en tu armario es muy probable que conozcas el lugar- Pancorbo es uno de esos lugares que siempre acabamos dejando para otro día.
Error; estamos a menos de una hora de Gasteiz, a un paso de los pueblos de Añana y Rioja Alavesa, y se trata de un lugar que a su evidente patrimonio natural suma el artístico, el histórico y el gastronómico.
El primero, el natural, es la razón de ser de Pancorbo. El Oroncillo talló la roca calcárea de los montes Obarenes y proporcionó así al ser humano un paso entre la meseta castellana y el norte de la Península Ibérica, el Cantábrico y Europa. Y como lugar estratégico que era y es, ha estado habitado desde hace muchos siglos y ha sido el emplazamiento elegido para tender emboscadas y crear plazas fuertes. Vamos a conocer, que ya va tocando, este hermoso pueblo burgalés de calles empedradas, casas tradicionales y una rica historia.
Qué ver en el pueblo
En el casco histórico de Pancorbo destaca la iglesia de San Nicolás, un edificio gótico, del siglo XV, que en su interior alberga interesantes obras de arte sacro. En las afueras se ubica la ermita de la Virgen del Camino, y además el pueblo cuenta con un puente romano, prueba de la importancia de Pancorbo en las rutas comerciales antiguas. Hoy la ruta permanece, pero unos cuantos metros más arriba, horadando la sierra y asfaltada, y en el pueblo lo que queda es la tradición tasquera de los lugares de paso. En sus bares y restaurantes podremos disfrutar de asados, guisos de caza y embutidos.
Al Castillo
El desfiladero de Pancorbo es el hogar de buitres leonados y alimoches, un espacio que nos ofrece diferentes rutas montañeras en altitudes discretas, de en torno los mil metros, pero sumamente verticales.
La más sencilla e imprescindible es la subida al Castillo de Santa Marta o de La Sala, construido en el siglo IX en una cresta rocosa, en el marco del dominio musulman de la Península, perdido con el paso de los siglos, reconstruido en el XVIII e incendiado por los carlistas en 1835. Poco queda de la fortaleza, pero los muros que permanecen dan una idea sobre lo que tuvo que ser aquella construcción.
La ruta comienza desde el casco histórico, siguiendo las indicaciones hacia el castillo por un sendero bien señalizado que nos lleva en un ascenso moderado entre vegetación de matorral y encinas a un último tramo rocoso. Estamos ya entre ruinas de las murallas y torres, que vamos superando hasta acceder a las vistas panorámicas del desfiladero, Pancorbo y las montañas circundantes. Es preciso ir bien calzados por lo complicado del terreno y consultar el parte meteorológico antes de subir, ya que la zona puede ser ventosa y no es raro que haya niebla.
Si hay tiempo, merece la pena explorar otras rutas, como la que presentamos a continuación.
Ascensión a Peña La Liebre, Peña Terreros y las Cuevas de Pancorbo
Ascensión a Peña La Liebre (1.220 m)
Peña La Liebre es el punto más elevado de esta ruta y ofrece unas vistas impresionantes del desfiladero de Pancorbo y los alrededores. Es una ascensión técnica moderada, para senderistas con algo de experiencia. La ruta comienza saliendo del pueblo hacia el norte, y tras superar un entorno de matorral y encinas llega una pendiente continua con tramos pedregosos. A medida que se sube, el sendero se vuelve más estrecho y con pequeñas zonas de roca que requieren algo de precaución. En la cima disfrutarás de vistas panorámicas hacia la meseta castellana, el desfiladero de Pancorbo y los Montes Obarenes.
Cresteo y ascensión a Peña Terreros (1.213 m)
Peña Terreros es algo más baja que Peña La Liebre, desde la que parte el sendero, bien marcado pero con desniveles moderados y terreno algo técnico, que tomaremos. La cresta requiere atención, especialmente en días ventosos.
Cuevas de Pancorbo
Las cuevas de Pancorbo son un enclave histórico y natural que fue usado como refugio. Desde Peña Terreros o desde el pueblo se puede descender hacia las cuevas siguiendo los senderos que conectan con Pancorbo. El acceso a las cuevas es sencillo, con tramos de roca y tierra bien marcados. Es recomendable llevar una linterna frontal para inspeccionar las zonas más oscuras de las cuevas.
FOTOGRAFÍA: Txus Díez