Elena Gutiérrez Pérez del Notario ha dedicado buena parte de su carrera profesional al Desarrollo Rural y la Innovación, y desde hace una década vive en Apellániz, donde se ha lanzado al “emprendimiento vocacional”. Elena ha creado un proyecto “muy vinculado a lo que para mí tiene que ver con el medio rural, cómo vivir en un pueblo tiene algo que te hace que la vida sea más sencilla”. Desde Mendialdea acompaña a organizaciones, equipos y líderes hacia “un liderazgo más humano, más sistémico», y “cuando alguien viene aquí a recibir ese servicio, cuando sale del espacio en el que está siempre en sus marrones, ya va como dejando atrás algo”.
Su aportación al taller
“Lo primero que hay que hacer es reconocer que lo rural tiene algo genuino, que se debe valorar en sentido amplio, y que no es una comparativa continua con lo urbano; lo rural no es aquello que no es urbano, tiene un valor propio”.
Con estas palabras se puede condensar la aportación al taller de San Cruz de Campezo de Elena, que plantea un dilema. Cómo puede evolucionar la sociedad de la Montaña Alavesa para vivir mejor, de forma endógena y teniendo cuidado de que no haya “algo que tenga tanto éxito que rompa lo genuino que existe. En las ciudades -advierte- tenemos grandes experiencias de lo que no debería suceder en los pueblos; y aquí hay rutas que se han hecho tan famosas, como la Ruta del Agua (en Berganzo) que de repente deja de ser un espacio que está integrado en el lugar”.
A su juicio, Mendialdea, que dentro de las zonas rurales “está catalogada como desfavorecida, mantiene una identidad muy propia, pero a la vez hay que asegurar una calidad de vida, negocios que funcionen, que sean sostenibles, entendiendo la sostenibilidad no como un tema exclusivamente medioambiental, también económico y social”.
“Mendialdea mantiene una identidad muy propia, pero a la vez hay que asegurar una calidad de vida, negocios sostenibles desde un punto de vista medioambiental, económico y social”
ELENA GUTIÉRREZ PÉREZ DEL NOTARIO
Y eso, ¿cómo se hace?
Elena cree que para evolucionar, Mendialdea necesita sumar muchas y diversas aportaciones. “Es como una mesa, no puede tener una pata. Un desarrollo territorial endógeno no puede tener una pata porque siempre va a estar cojo”, y todo esto es algo que “requiere mucho compromiso, una cooperación institucional realmente profunda, una planificación muy a medio y largo plazo”.
Cooperación intracomarcal
En ese sentido, defiende dejar atrás el concepto “del bottom up”, las aportaciones de abajo hacia arriba, para “hacer algo mucho más colaborativo, pasar de la competitividad entre los territorios a la cooperación real. Para mí -afirma- hay un potencial muy interesante en lo intracomarcal”. Se trata de unir las fortalezas y diferencias de las comarcas alavesas para “crear algo nuevo, algo genuino, más allá de construir un proyecto turístico de lo que las cuadrillas pueden ofrecer”.
La jornada celebrada en Kanpezu es un primer paso, un ensayo a pequeña escala, de ese proyecto de desarrollo endógeno en el que “ver cómo tejemos estas redes útiles y de valor entre diferentes”, en el que desarrollar el talento que existe en la comarca mediante “visiones compartidas dentro de todas las diferencias”.
En resumen, Elena cree que en Mendialdea y en la Álava rural, “oportunidades hay 50.000”, pero para hacerlas realidad hace falta “mucho compromiso individual y colectivo, público y privado. Se trata de tener una visión ecosistémica del territorio, y aquí -en el taller– tenemos una pequeña muestra de ese ecosistema”, concluye.
FOTOGRAFÍA: Txus Díez
