Dice Ignacio Gallo, alcalde de Leza, que en la localidad de los majuelos la gente joven, “por lo menos desde hace 50 o 60 o 70 años”, siempre ha tendido a marcharse fuera a estudiar. Él mismo se fue a Vitoria “con diez añitos” y ha regresado para dirigir un municipio que supera por poco los 200 habitantes, que “es pequeño, sencillo, acogedor y muy cómodo”; un pueblo que vive de la vid, que apenas tiene “un par de bodegas y algún taller”, y al que, como él, la gente regresa, aunque sea en los meses de buen tiempo o los fines de semana.
Un pueblo vivo
“En verano casi doblamos la población”, dice Ignacio, con los hijos y nietos de quienes un día partieron a Gasteiz, a San Sebastián, a Bilbao, a Madrid o Barcelona; y que ahora llenan la plaza del pueblo en las noches calurosas y dan vida a Leza. “En las fiestas es que da gusto salir a la calle, porque igual hay 60 o 70 niños, no chavalines de 16, no, no, niños”, afirma Ignacio.
En todo caso, Leza es un lugar vivo durante todo el año, no solo en verano. La población, como en todas partes, está envejecida, con más de un 40% de habitantes mayor de 65 años, pero también hay más de una veintena de menores, a los que se suman todos los que vienen de los pueblos cercanos a hacer uso del polideportivo de la localidad, sobre todo en invierno.
Además, en la localidad, conocida por otra parte por su hospital, se han establecido familias extranjeras y “también tenemos una casa, que le llaman aquí la casa del médico, que se la hemos ofrecido al Gobierno Vasco para un alquiler protegido. Pues bueno, todo lo que sea venir aquí y que se empadrone gente, egoístamente por mi parte, es más dinero para el Ayuntamiento, pero sobre todo lo bueno es que venga gente joven”, señala.
Todos los huevos en la misma cesta
Esa gente contribuirá a estimular la economía de un pueblo que, a juicio de Ignacio, depende demasiado del vino, como toda la comarca. “Las bodegas que exportan se defienden mejor, pero para los pequeños agricultores hay una incertidumbre grande, este año ya algunas bodegas no les han cogido el producto a sus agricultores de toda la vida”, apunta Ignacio, quien añade que la caída del precio de la uva empuja consigo al de la vid. “En tres o cuatro años ha llegado a caer un 41% el valor de la hectárea, es una barbaridad”. Eso supone, explica, que una persona que haya decidido jubilarse, y que no hace mucho “podría haber sacado 80.000 euros” por su terreno, ahora tendrá que conformarse con 40.000.
Así las cosas, el alcalde de Leza plantea que las instituciones fomenten una diversificación económica de toda la Rioja Alavesa, que se busque una fórmula para no quedarse atrás frente a las comarcas limítrofes navarras o riojanas.
En el caso concreto de Leza, el turismo no tiene el peso que ha adquirido en los últimos años en Laguardia o Elciego, pero “ahora mismo tenemos tres casas rurales y creo que otros tres pisos turísticos, y ya se ha pedido una licencia de obra para hacer otros tres”. Para el pueblo, dice, este tipo de iniciativas son “una oportunidad”, porque se reforman casas que de otra manera “estarían absolutamente abandonadas”.
Proyectos inminentes
El turismo es por tanto un complemento importante, pero sin industria, la recaudación por tributos no da para hacer frente a todas las competencias a las que tiene que hacer frente un municipio. “Sacamos poco de impuestos, vivimos de las subvenciones del Gobierno Vasco y de la Diputación, y gracias a ello vamos haciendo obras”. Con los cerca de 350.000 euros recibidos en 2024 “vamos a arreglar una calle, vamos a arreglar las piscinas, y el año que viene arreglaremos la parte superior del Ayuntamiento para hacer una sala de usos múltiples”, detalla Ignacio.
La Fiesta de la Vendimia
En el año que ahora entra, por otro lado, Leza se va a convertir en el corazón de la cuadrilla de Rioja Alavesa. A la localidad le toca organizar la Fiesta de la Vendimia, y por lo que cuenta su alcalde sus habitantes se van a volcar con el evento de septiembre. “El otro día tuvimos una reunión” para ir concretando detalles del evento de septiembre, “y vinieron entre 90 y 100 personas”. Es decir, medio pueblo.
Y es que Leza conforma una comunidad “muy cooperativista”, que se extiende más allá de sus límites. Quien más quien menos tiene familia en Navaridas, en Villabuena, en Samaniego, y además los propios ayuntamientos mantienen una relación fluida. Con Páganos se trabaja para habilitar una vía ciclista desde Laguardia hasta Leza, con Villabuena se coordina la reparación de caminos… “Estamos estamos unidos, tenemos todos la misma cantidad de personas y los mismos problemas”, concluye Ignacio.
Escucha la entrevista a Ignacio Gallo en nuestro podcast, Araban Zehar
FOTOGRAFÍA: Txus Díez
