Melanie Hickman viene a Laguardia a animar a la gente a cambiar, a adaptarse a las nuevas realidades y, de paso, cumplir sus sueños. Melanie, nacida en Ohio, vino a España hace ya doce años, compró una parcela y decidió dedicarse a hacer vino, pero no solo eso. Con su marido, David Sampedro, comparte la gestión de Bodegas Bhilar, pero además ha puesto en marcha Etérea Kripan. «Más o menos estamos juntos en esto, pero ese proyecto en sí es mío, yo compre la tierra» afirma.
Viñedos a 900 metros de altitud
¿Y en qué consiste ese proyecto? «Es una plantación regenerativa, todo está plantado a 900 metros. Yo quería probar si era posible hacer crecer una plantación de viñedo ahí, a esa altura. Ahora sé que va a salir, pero la cuestión es que no quería hacer lo mismo, quería hacer algo mejor», explica. Su idea es adelantarse a lo que viene, al cambio climático, con una actividad que va más allá de plantar viñas y hacer vino. «Estamos muy cerca de la montaña y, lo sé, todos van a subir a esa altura en el futuro», vaticina.
«La verdad, tengo miedo de cómo vaya a salir», admite Melanie, «pero yo quería dar un ejemplo, un ejemplo de inspiración, que alguien que no es de aquí pueda cambiar y hacer algo diferente, mejorar el entorno y la Naturaleza», explica.
Vino, trufas, forraje y lavanda
Y lo que ha hecho es, en lugar de plantar todo el terreno de viñedos, distribuirlo en cuatro espacios. Abajo están las viñas, arriba una plantación de encinas truferas; otra parte de la parcela se destina a producir forraje para los caballos -«trabajamos todo con tracción animal», apunta-, y un último pedazo de terreno se ha reservado para una plantación de lavanda. Además, explica, «hemos plantado muchos árboles para separar los parcelas y añadir más biodiversidad todavía».
Enoecoturismo
Su plan para el futuro inmediato es poner en marcha un proyecto turístico, «enoecoturístico», concretamente. «La gente podrá catar un vino y hacer su propio aceite con la lavanda. Esa es mi idea en principio, pero también, cuando digo regenerativa, digo regenerar la tierra y regenerarnos nosotros mismos», y por eso planea ofertar también yoga y meditación.
Lo hace por vocación, pero también, como apuntábamos al principio, guiada por una especie de instinto de supervivencia. «La gente que no se adapta al futuro se queda atrás; es mi opinión, pero es obvio. En el pasado hemos visto que la gente que no quiere adaptarse no se adapta, pero tampoco avanza», asegura.
«La gente que no se adapta al futuro se queda atrás; es mi opinión, pero es obvio»
MELANIE HICKMAN
FOTOGRAFÍA: Txus Díez
