Si le preguntamos a Google Maps cuánto se tarda en ir en coche desde el centro de Gasteiz hasta el Ayuntamiento de Arana, nos dirá que apenas 40 minutos separan la urbe alavesa del centro administrativo del valle, oculto tras los paredones que sostienen las alturas de Entzia sobre la Llanada. No es mucho tiempo, pero hay que salvar Opakua, y una vez que se franquea ese paso, parece que se entra en otro mundo. El ruido del tráfico de la AP-1, que llega nítido hasta las cumbres del Aratz o del Ballo, aquí desaparece, y tras los requiebros del puerto la A-2128 se estira para unir los cuatro pueblos del municipio; Kontrasta, Ullíbarri-Arana, Alda y San Vicente. Según el nomenclátor de la Diputación alavesa, a 1 de enero de 2023 vivían 219 personas en el Valle de Arana, que llanea a 800 metros de altitud media sobre el nivel del mar al abrigo de Entzia, la navarra sierra de Lokiz y los Montes de Iturrieta. Esta configuración geográfica ha marcado desde siempre y lo sigue haciendo hoy la vida en Arana, en cuya casa consistorial recibe a ZUK la alcaldesa del municipio.
Transporte a demanda
Larraitz Waliño coincide con la observación que le hemos hecho. Esto es el corazón de la Montaña Alavesa, pero “no estamos tan aislados, estamos bastante cerca de todas partes y, sí, hace frío, pero no tanto”. Y cada vez menos, además. A las temperaturas a estas altitudes se les hace frente en Arana con la leña de sus montes. Todos los años las juntas administrativas marcan las suertes, como se ha hecho desde siempre, y muchos vecinos tiran en invierno de este combustible para templar sus casas, mientras que el parque fotovoltaico y la central hidroeléctrica aportan un suministro eléctrico verde a las casas y empresas de Arana. Y en lo que concierne a las comunicaciones, en el valle hubo en su día línea de autobús, pero ante la escasísima demanda se decidió implantar el transporte a demanda en taxi o autobús, ubicado en San Vicente y que traslada a sus usuarios hasta Agurain o Santa Cruz de Campezo, “y ya tienes ahí las líneas hacia Vitoria”, dice la alcaldesa.
Nieve en Opakua
Como todo el mundo sabe, cada vez que nieva en Álava Opakua es uno de los primeros puertos donde hay problemas, y aunque en Arana están satisfechos con la limpieza de las carreteras, que garantiza que el valle no se quede aislado durante los temporales, sí que el Ayuntamiento está peleando para mejorar las condiciones de las personas que trabajan quitando la nieve de su red viaria. Larraiz explica, además, que la reciente reforma de la A-2128 entre San Vicente y Santa Cruz de Campezo ha hecho mucho más rápida y segura la salida del valle hacia el sur; y además permite desviar el tráfico hacia Vitoria por esta zona y desde Azazeta si hay cualquier problema en Opakua.
El apoyo a las personas mayores
Waliño explica, por otro lado, que el valle está envejecido, y que por ello buena parte de los esfuerzos de la institución pasan por tratar de apoyar a estas personas que “están un poco más aisladas” o que son “más solitarias”. El Centro Rural de Atención Diurna de Alda, el CRAD, es fundamental para facilitar a los mayores de todo el valle el acceso a una vida social plena. Allí se organizan diversas actividades o talleres, por ejemplo contra la brecha digital, y se les da de comer, pero según Larraitz, no siempre es fácil conseguir que las personas mayores renuncien a sus rutinas y se animen a acudir a CRAD. Sus nietos, la veintena de niñas y niños que viven en el valle, acuden a diario a la ikastola de Santa Cruz. Un autobús los recoge en su pueblo cada mañana y los lleva de nuevo a casa por la tarde. Los chavales comparten su ocio en cuadrilla, dice la alcaldesa. “En San Vicente se juntan varios, y si alguno no es de allí, entre un padre u otro se arreglan, o van en la bicicleta por los caminos”, explica Larraitz, quien señala que a los más jòvenes del Valle de Arana “les da mucho por el monte, y esta zona es la ideal”.
El reto de recuperar la hipoterapia
A subir a Txandi, San Kristobal o Kapitate vienen también los clientes de las dos casas rurales del valle, negocios que se han convertido en un importante motor económico para el municipio. “Están muy contentos en las dos”, asegura Larraitz. También era importante para dinamizar el municipio el pionero centro de hipoterapia que se abrió en el valle y que hace un año cesó en su actividad. “Tenía mucho movimiento”, afirma la alcaldesa en torno a este espacio que, a través del contacto con caballos, trataba diferentes tipos de problemas, y cuya recuperación se ha tomado como un reto de legislatura. “Me está costando”, pero “es mi prioridad”, asegura. “El centro ha sido importante para el valle -prosigue- y es una pena que si se consiguió hacerlo, a través de Diputación, ahora esté cerrado. Me causó malestar, y encontrar una persona dispuesta a seguir cuesta, es duro. Lo estamos intentando, hacemos un llamamiento a todas las personas que tienen algún tipo de relación con el caballo, yo les dejo las instalaciones y pueden hacer su actividad, siempre que tenga una relación con las terapias; ese es el único requisito”. De momento, de la economía del valle tira también el bar-restaurante de San Vicente, la actividad del pequeño polígono industrial de Alda, “dos pabellones están vacíos y ahí sí que hay una oportunidad de negocio”, y la agricultura. “Aquí se produce bien, antes era buen productor de patata, pero ahora se ha cambiado totalmente al cereal por el precio. Muy pocos han seguido con la tradición”, dice Larraitz. Además, “cada vez hay menos manos, la gente lleva más fincas para que les sea más rentable, y los que llevaban una finca o dos para su propia autosuficiencia económica han desaparecido”.
Vivir sin estrés
La alcaldesa de Arana no se lo piensa mucho cuando le preguntamos por qué recomendaría vivir o montar un negocio en el valle. Por la “desconexión, al final es lo que estamos buscando o a lo que vamos encaminados”, a escapar “del agobio que te genera una ciudad”, sin tener que renunciar por ello a poder disfrutar de clases de yoga, de un ultramarinos surtido con todo tipo de productos y de los bares, el epicentro de la vida social del valle. Además, en Arana, como en tantos otros ámbitos rurales, sigue vivo el sentimiento de comunidad. “Aquí siempre hemos sido de ayudar; yo te doy, tú me das. Algunas algunas veces cuando preguntas por ahí te dicen, sí, me ha ayudado esta persona a llevar lo que necesitaba o a cortar la leña que necesitaba”.
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FOTOGRAFÍA: Txus Díez












