Álava quiere volver a ser ‘patatera’

El Gobierno Vasco destina casi 7 millones a reactivar el cultivo de patata de siembra, "estratégico para el territorio"

Álava ha sido tradicionalmente una tierra vinculada al cultivo de la patata, no en vano nuestro mote está ligado a este tubérculo que tanta hambre ha paliado en muchos lugares del mundo. Sin embargo, la diversificación en busca de productos más rentables, la competencia de terceros países y la crisis generalizada en el primer Sector han reducido las hectáreas de cultivo de patata en las fincas del territorio en las últimas décadas, una circunstancia que el Gobierno Vasco pretende revertir con un plan sectorial específico al que dedicará un presupuesto inicial de 6,78 millones de euros durante este año y el siguiente.

 

Este plan tiene como objetivo revitalizar el cultivo de patata de siembra incrementando las hectáreas cultivadas en Araba y mejorando el valor añadido del sector y su viabilidad futura. “La situación actual del cultivo de patata de siembra en Araba refleja una combinación de desafíos y oportunidades”, ha señalado la consejera de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca, Amaia Barredo, este miércoles en Lakua a las representaciones de Nuestra Señora de Ocón Cooperativa, Alavesa de Patatas S.A., la Sociedad San Vitor, Udapa Sociedad Cooperativa y de la Diputación Foral de Araba, a las que ha expuesto este Plan Sectorial de la Patata de Siembra.

 

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“La patata de siembra es un componente esencial en la cadena de producción agrícola y base para el cultivo de patatas destinadas al consumo”, ha afirmado Barredo en la reunión mantenida con representantes del sector.

 

7.000 toneladas producidas en 2024

Araba ha sido históricamente una región destacada en la producción de patata de siembra, gracias a sus condiciones agroclimáticas favorables y a una larga tradición agrícola. Sin embargo, desde los años noventa, la superficie dedicada a este cultivo ha disminuido de las 5.600 hectáreas en 1985 a menos de 700 en 1995 y 440 en la última campaña 2024. A pesar de esta reducción, la calidad de la patata alavesa ha seguido mejorando, respaldada por iniciativas de innovación. Según datos del Departamento de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco, en 2024 Euskadi contaba con 440 hectáreas dedicadas al cultivo de patata de siembra, todas ellas en Araba. La producción total fue de 7.000 toneladas.

 

Relevo

Araba posee condiciones geográficas y climáticas favorables para la multiplicación de patata de siembra de calidad y es una de las pocas zonas agrícolas autorizadas oficialmente para su implantación. La superficie dedicada a este cultivo ha disminuido. “Es preciso revertir esta tendencia”, ha observado Barredo, que ha señalado problemas como la falta de relevo generacional y el aumento de los costos de producción, especialmente en insumos y energía.

 

Además, el riesgo asumido por los productores es elevado ya que la producción puede no certificarse si se superan las tolerancias de virosis, riesgo agravado por la alta presión de pulgones y la prohibición de neo nicotinoides en la UE. Los productores de patata de siembra de Araba son multiplicadores de patata base procedente de otros países europeos (80%). Su objetivo es obtener patata certificada que venden a los productores de patata de consumo. Apenas un 6% de la demanda de patata base es cubierta con patata base y pre base local. En la década de 1990 Araba se autoabastecía en un 60% de patata base.

 

Las variedades que se multiplican en Araba son las denominadas libres, en contraposición con la tendencia de mercado actual, en el que predomina la multiplicación de variedades protegidas, de mayor valor añadido. “Las entidades productoras de patata de siembra autorizadas desempeñan un papel clave en la cadena de producción, ya que son las responsables de generar el material vegetal -semilla- que los agricultores utilizan para cultivar patatas de consumo”, ha señalado Amaia Barredo.

 

Concentración del mercado

“Sin embargo -ha añadido- en el contexto actual de Euskadi y más ampliamente en el resto del estado, siendo fundamentalmente multiplicadores de patata base, existe una alta concentración del mercado en manos de unas pocas empresas, muchas de ellas radicadas en Países Bajos, Francia y Alemania; una elevada dependencia del material importado; un déficit de infraestructuras especializadas; barreras regulatorias y técnicas; y diversos condicionantes ligados al cambio climático”.

 

Requisitos

En el País Vasco, las entidades autorizadas para la producción de patata de siembra deben cumplir con ciertos requisitos establecidos por la normativa europea: es necesario que la entidad posea el título de productor de patata de siembra, que realice controles previos de la semilla e inspecciones de campo, que siembre con semilla certificada y que cumpla con la normativa aplicable en cuanto al cultivo, almacenamiento y conservación de la patata de siembra.

 

Una de las principales entidades en este ámbito es Neiker que realiza la producción de material inicial de alta calidad -mini tubérculos- que pueden emplear el resto de las entidades para su multiplicación. También están reconocidas como entidades productoras de Patata de Siembra Certificada Udapa S. Coop., Alavesa de Patatas, San Vitor y Nuestra Señora de Ocón.

 

Especialización

En Euskadi, la especialización de la producción de la patata base se mantiene en un 6% sustentada por Alavesa de Patatas y Neiker, encargados de la producción de mini-tubérculos. Son los países del norte de Europa quienes han mantenido esa especialización ligada fundamentalmente a la obtención de nuevas variedades por parte de empresas privadas.

 

Otro elemento de análisis comentado por Amaia Barredo es el de la adecuación de las variedades a las condiciones agronómicas vascas y, entre ellas, las propias del clima. “Así, el desarrollo genético de la patata de siembra es fundamental para fortalecer la autosuficiencia agrícola, mejorar la sostenibilidad del cultivo y adaptar las variedades a las condiciones agroclimáticas específicas de cada región y a la orientación cualitativa del consumidor», destacaba Barredo.

 

La patata ‘Edurne’

Barredo ha destacado como ejemplo de esta estrategia a la variedad Edurne, desarrollada por Neiker en colaboración con la cooperativa alavesa UDAPA. Edurne es una patata de piel fina y carne amarilla clara, que ha demostrado una excelente aptitud tanto para freír como para cocer. Esta variedad ha sido cultivada en campos de Araba, mostrando una buena adaptación agronómica Todavía se encuentra en sus primeros años de multiplicación y se han marcado con precintos diferenciales 34.500 kilos en la última campaña.

 

Elementos de oportunidad

“El momento actual, sin embargo, presenta, una serie de elementos de oportunidad que refuerzan la conveniencia de actuar de forma decidida. En primer lugar, el territorio cuenta con una estructura cooperativa sólida y consolidada dedicada a la patata de siembra y han manifestado su compromiso con el crecimiento del sector a través de un ambicioso plan de inversiones a medio plazo. Esta capacidad instalada permite articular de manera eficiente la producción, el procesado y la comercialización, generando valor añadido en origen», ha asegurado.

 

Demanda creciente

A ello se suma la creciente demanda, estatal e internacional, de semilla de patata certificada, con origen trazable y producida bajo criterios de sostenibilidad y seguridad alimentaria. Esta tendencia abre nuevas oportunidades de mercado para una producción alavesa que ya cuenta con un prestigio consolidado gracias a su calidad. La modernización representa una oportunidad para atraer a nuevos perfiles profesionales, más jóvenes y tecnificados, favoreciendo así el relevo generacional en un sector veterano.

 

Marco institucional favorable

“El marco institucional también es favorable. La alineación del plan con políticas agrarias, medioambientales y de desarrollo rural, así como con la Estrategia Vasca de Relevo Generacional, permite acceder a instrumentos de financiación y apoyo técnico que pueden facilitar su implantación. El impulso a la patata de siembra genera una oportunidad clara para el desarrollo económico local ya que permite fijar población en el medio rural, crear empleo estable y fomentar una economía más diversificada y resiliente en el territorio”, ha explicado Barredo.

 

Crecer un 50% en cinco años

Los objetivos generales consisten en incrementar la superficie cultivada: Aumentar en un 50% las hectáreas dedicadas a la producción de patata de siembra en Araba en un horizonte de cinco años. Para lograrlo, se impulsará la incorporación de nuevas explotaciones, el acompañamiento técnico a los agricultores y el apoyo específico en zonas con condiciones agroclimáticas favorables. Y también en mejorar la calidad y el rendimiento del cultivo fomentando la implantación de prácticas agrícolas avanzadas con el fin de incrementar la productividad, la sanidad vegetal y el valor añadido del producto.

 

Los objetivos específicos se centran en:

 

  • Fortalecer la cadena de valor del sector

 

  • Promover una colaboración estrecha entre agricultores, cooperativas, centros tecnológicos como Neiker y las administraciones públicas, orientada al desarrollo de una cadena integrada y eficiente

 

  • Impulsar la formación y asesoramiento especializado del sector productor

 

  • Reforzar el conocimiento científico y tecnológico del cultivo

 

  • Liderar la producción de nuevas variedades

 

  • Promover la sostenibilidad agraria y ambiental.

 

Duplicar el impacto económico en Araba

Las medidas presentadas al sector se estructuran en tres grandes ejes de actuación —Conocimiento, Inversiones y Activación Sectorial—, concebidos como pilares complementarios para el desarrollo de un modelo productivo eficiente, sostenible y competitivo, adaptado a las características del territorio alavés. Con estas medidas se pretende alcanzar para 2029 más de 8.200 hectáreas y con ello duplicar el impacto económico de este cultivo en Araba.

 

“Junto a ello, se mejorará la rentabilidad agraria, al haber más toneladas vendidas a mejor precio que la patata de consumo común, aumentando el margen bruto por hectárea. Además del efecto económico, este incremento supone un avance estratégico clave para el sector agrario alavés ya que se refuerza la cadena de valor local, impulsando a cooperativas, centros de selección y empresas proveedoras; se reduce la dependencia de semilla importada avanzando hacia una mayor soberanía productiva y minimizando los riesgos fitosanitarios” observaba Amaia Barredo.

 

La consejera considera que “el Plan mejorará la rentabilidad agraria, al tratarse de un cultivo con mayor valor añadido que la patata de consumo; conseguirá un posicionamiento competitivo en el mercado estatal como proveedor de semilla certificada e impulsará el relevo generacional en la agricultura, generando oportunidades en un cultivo tecnificado y profesionalizado”.

 

FOTOGRAFÍA: Freepik/Irekia

 

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Txus Díez

29 de mayo de 2025

Fundador de ZUK. Periodista y fotógrafo comprometido con el territorio.